02x01 "SUBURBIA SENTIMENTAL" (Monólogo Interior)


ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: Monólogo interior inspirado en las grandes ciudades, en sus habitantes y en la vida contemporánea y ajetreada del ser humano occidental; sus lujos y desasosiegos personales propios que proporciona y exige la urbe, hace plantearnos también si lo merecen tanto...

"LOS AMANTES ENMASCARADOS, (CORTEJO Y ENGAÑO)"


Pastel sobre Papel
(Terrosas)














Descripción: Las máscaras físicamente cubren nuestros rostros, pero metafóricamente solemos escondernos tras ellas con dos fines; ocultar nuestra persona, o exagerar nuestros caracteres auténticos. Para los amantes es difícil saber qué conocemos realmente de la otra persona, diferenciar qué es disfraz y qué es verdad. La existencia nos obliga a que estemos acostumbrados a vivir tras  el antifaz, pero son los que se quieren verdaderamente quienes no temen quitarse la máscara ante sus amantes. Pero tanto para hombre como mujer es dudoso si ser auténtico es valentía o temeridad, pues abruma más la más bella verdad desenmascarada que el monstruo que se oculta tras la máscara.

"GALÁN DE NOCHE"

Guion de Radio 02x02 - Escuchar programa aquí
(Poema)


Don Diego me llaman, galán de noche,
Nombre de flor.
Por el día visto de verde silvestre
Y por la noche fragancia y color.

Conozco los secretos de mil confidentes,
Un confidente por cada puesta de Sol
Que me han contado quinientos desamores
Quinientos desamores por cada historia de amor.

Frecuento el rincón oscuro de los bares
En las barras solo, ni vaso, ni licor
Porque no necesita uno emborracharse
Cuando fue la noche, la que le embrujó.

En las esquinas nocturnas de muchos lares
Puedes encontrarme, porque allí estoy yo
Y no temas pedirme consejos dispares
Pues a nadie juzgo por tener corazón.

No pienses que tus emociones me acongojen
Ya he visto los sentimientos en tus ojos
Los que no te has atrevido a confesarme
Pero yo soy paciente, galán de noche.



Galán de noche, Don Diego me llaman,
Nombre de flor.
No te olvides regarme durante el alba
Si por el ocaso quieres disfrutar mi olor.

Apoyado siempre en alguna tapia
Espero a que venga el buen conversador
O me entretengo viendo como hechiza
A la gente, la penumbra en mi alrededor.

Pero no visto siempre de melancolía
Cuando celebramos por alguna razón
No hay nadie por la noche que en bailar
Se me asemeje en garra y pasión.

Aunque contadas noches y contados días
Son las que se merecen tal veneración
Prefiero estar sentado en tercera fila
Para aguardar la noche con discreción.

Mas no creas que rehuyo tu compañía
Si estoy mirando a la nada distraído
Que lo que quiero es que vengas a la vera mía
Y si al llegar no te veo, sólo dime “Don Diego”.



Don Diego me llaman, galán de noche,
Nombre de flor.

No tengas miedo si te atraviesa mi mirada,
Que mis pupilas son puñales que no matan,
Y si te conmovieras, no te vayas a alarmar
Que yo te miro hondo, porque quiero verte el alma.

No digas nada, si no se te ocurren palabras
Que cuando sobran, el silencio es quien habla
De emociones que ni mienten ni disfrazan
Que aún pudiendo serlo todo, no somos nada

Pero si quisieras de verdad conocerme
De madrugada incluso, querría verte
Y charlar la noche hasta que amaneciese
Para escudriñar tu mente, y entenderte.

Y si con mi presencia te sobrecogieses
Porque creyeras que besarte pretendiese
En mitad de la velada, no es que te embelese
Que es de la vida, que he estado enamorado siempre.

Pero, si quisiera en algún momento besarte
Prometo que aún pudiendo, no pienso robarte
Que un beso sólo quiero los que quieras darme
Mas confieso que en imaginarlo suelo recrearme.


Que por eso no soy ladrón, que yo soy
Galán de noche.

"SUBURBIA SENTIMENTAL"

Guion de Radio 02x01 - Escuchar programa aquí
(Monólogo Interior)


En las calles donde no había amantes, donde no se hacía el amor; donde sólo se hacía y sólo había hacedores, que miraban cada uno hacia un lado cuando lo hacían, que ni eran tan siquiera en ese momento amadores… En ese lugar vive un indigente.
En esas oscuras callejuelas, oscuras incluso por el día, pasa la gente saturada o demasiado despreocupada; van de arriba a abajo, callados o hablando solos o medio acompañados, y es habitual también oír el sonido de un claxon…

Y por la noche, el silencio… que tan solo suele perturbar un solitario taconeo, una carcajada grotesca y un vidrio que revienta, todo seguido únicamente por su propio eco, que se propaga hasta el final de algún callejón mugriento.

Esa ciudad de grandes edificios, entre los que no se puede ver el amanecer y han hecho olvidar a sus habitantes el lienzo que pinta el Sol al cielo al atardecer, vuelve diáfanos los días y las noches sombrías, que ni las farolas ni el neón alivia. Y tras el crepúsculo, vuelve el cielo a ser completamente azul, de un celeste desconcertante, despejado de nubes blancas de las que se pueda desbordar la imaginación… pero otros días, otros días ni siquiera se ve el cielo porque está nublado; esos días sí que son tristes…

En la metrópolis, no hay vagabundos sin techo, pues por vagar no vagan nada… ¿a dónde van a parar?... Incluso, cuando el día más arde, y el hormigón de las fachadas es más radiante, si uno se fija, ellos están allí, en la calzada en la que el Sol, aún estando en lo más alto, no alcanza; en ese oscuro rincón reposan. Tampoco hay pordioseros; ya hace mucho que ni piden por amor de Dios ni piden dinero.
Nada, ya no mendigan caridad, sólo permanecen, solamente con la mirada perdida, como si no existieran, ven pasar a los peatones que como muchos ni se fijan que ahí están, pero si se fijan, siguen luciendo las últimas galas de sus últimos días, cuando compartían la misma realidad.

Pero no amedrenta eso a los transeúntes que transcurren, aprisa; viandantes que circulan todos juntos, pero no revueltos, como una marabunta, como si no fueran a llegar a su destino; ciudadanos que transitan con largos pasos, que no pasean, porque tienen que llegar a mil lugares distintos.
Pero en mitad de la calle, es imposible siquiera adivinar qué camino les depara; todos llevan anodino el rostro, no hay emoción en su gesto; un exigente programa de una abultada agenda marca la ruta que por el día mantiene a todos, con urgencia, ocupados; un recado innecesario, una compra inoportuna, un trabajo malsano… parece que no van a alcanzar ni el lugar ni el momento, en el que realmente se puedan abarcar sus anhelos.
No hay ni espacio ni tiempo, ni conciencia de ello…

Y por la noche, por la noche son muchos los que frecuentan las barras de los bares… han olvidado y así olvidan la verdad que les rodea…

Y así pasan los días sin querer, cuando la monotonía los hace difíciles de diferenciar y la rutina hace que todos sean el mismo.

Es entonces, cuando uno se detiene en la urbe en mitad de la muchedumbre, y se fija, se fija en las gentes, van y vienen, y uno en medio, sólo se convierte en un obstáculo más para sus ajetreadas vidas; parado solo un instante mirando al infinito… pero nadie se detiene, todos mantienen sus andares, esquivan y siguen su camino…
Es en ese momento  cuando puedes sentir la soledad más desoladora, la que se siente en medio de la multitud desconocida, multitud  que en realidad está formada por personas que viven solas.
Y observas, cómo pasa la gente, tanta gente que mira al frente o al suelo, pero nunca al cielo; nunca hubo nubes ni hubo sueños.
Y durante el día se cruzan miles de personas pero ninguna mirada, y la que se lanza queda suspendida en el aire hasta que por el tráfico de gente es impasiblemente atropellada.

Nadie mendiga, nadie implora; somos todos indigentes, indigentes emocionales en la suburbia sentimental…

01x03 "VALS DE PIEDRA" (Historia Transcendente)



ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: Prosa lírica tallada con sentimiento humano sobre los inanimados personajes alegóricos del relato, que tan rápido son dotados de emociones, para ellos incomprensibles, éstas se ven truncadas repentinamente, llegando desde la cúspide del deseo del amor a la más absoluta nada con la frustración.

01x02 "GÉNESIS, EL PECADO ORIGINAL" (Historia Transcendente)



ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: Historia ficticia sobre el primer pecado de la humanidad, tan antiguo como su propio origen, que funde la realidad con los mitos y creencias en un relato tan primitivo como cáustico.

"VALS DE PIEDRA"

Guion de Radio 01x03 - Escuchar programa aquí
(Historia Trascendente)


Una inmensa galería de grandes ventanales, oscura al caer la noche, obstaculiza atisbar si hay entes que la habitan.

Pasan las horas que la quietud del lugar distorsiona aparentando éstas una serena eternidad, una eterna perpetuidad.

La Luna cae, y sus rayos de luz traspasan las cristaleras delicadamente, como un velo de seda que ilumina con ternura la instancia.

Esboza ya los muros de la sala, de paredes blancas descuidadas, de pintura desconchada, pero no maltratada, sólo abandonada…

Sigue descendiendo el luminoso manto de Luna, que evidencia la presencia de los primeros pobladores de la cámara.

Gentes de barro, fueron moldeadas un día y ahora seca ya la arcilla se mantienen rígidas, unas quedando a medio hacer, otras deformadas de rostros en llanto desfiguradas, y las más inquietantes, las de semblantes impasibles…

Son inamovibles.

La mayoría hechas en serie, con moldes prefabricados, dispuestas una tras la otra o en montones descolocados, pero todas ellas con la misma posición… petrificados.
Pese a ello, el pródigo astro les otorga una tregua al brindarles su relucir a su desdicha imperecedera.

El claror se va dirigiendo cuidadosamente al núcleo de la sala, ennegreciéndoles sus cuerpos otra vez, arrinconándolos aún más en los sombríos muros, tornándose sus faces en lóbregos rostros que ojean indiferentes el centro del corro.

El espacioso salón se ilumina por completo, como un inmenso foco el resplandor lunar se queda quieto, alumbrando las dos figuras que hay en el centro.

Un hombre de mármol, tiempo atrás piedra perteneciente a la ladera de una montaña de áspera roca; piel de feldespato, de marcados rasgos, de sólida mirada, de facciones angulosas formadas por las mil cinceladas que le han dado la vida una pose tosca. Algunas ya olvidadas… otras evidentes, profundas y duras perfilan su frente de melladas cicatrices, que acompañan su severo gesto como reflejo de sus andaduras. Pero a pesar de sus muescas y grietas, su porte es macizo como hijo de la cantera de la que fue extraído. De postura inquebrantable, de voluntad imbatible, escultura curtida por las adversidades de su escarpada vida.

Justo enfrente, una mujer de porcelana, de piel nacarada, pintada con dulces pinceladas. Parpados descendientes adornados por inmensas pestañas de plata que arropan sus ojos vidriosos de cuarzo violáceo y abanican sus mejillas que engarzan una rojiza sonrisa. Con su esbelto cuello su faz reclina, reposa su hermosa cara sobre su espalda, formando un acicalado escorzo de cariz relajado, mientras ensalza su dorso de barniz sedoso con un hombro caído y otro alzado. De inocente gesto, estilizado cuerpo y extremidades delgadas, que no cubren sus vergüenzas pero si disimula con sus refinadas manos esmaltadas; le confieren una pose delicada que compensan sus sinuosas curvas de fina cerámica blanca, mimosamente moldeada y con abundante cuidado, forjada en la cálida fragua.

Continúa poniéndose el astro, conjugando las luces y las sombras que acercan conmovidos a ambos, porcelana y mármol, al interior del habitáculo.

Se arriman, se rozan y reclinan, y con sus miradas se perfilan. Taladran los ojos del uno con los del otro, mientras se les graba el alma por deslumbrarles tanto sus presencias durante la madrugada.

La inquietud se acentúa a medida que más se acercan, más se abocan, más se emocionan, más se exaltan, que más se creen quererse amar por conmoverse tanto más los dos en un único instante, que en todo el falto afecto de su gélida existencia.

Mas ni siquiera llega a esculpirse un mero beso de yeso.

Se fractura entonces el cuerpo de porcelana en los extendidos brazos de mármol, cayendo sus fragmentos por su regazo y luego en la superficie estrepitosamente en mil pedazos.

Se derrumba espantado mármol al contemplar la evidencia; que era ella por dentro hueca lo que ocultaba su carcasa frágil y bella.

Lágrimas agrietadas resquebrajan su rostro. Su corazón de granito que había latido, se torna otra vez pétreo, partido.

Va atenuándose el claror lunar cerrando el vasto salón tras un tupido telón oscuro.

Se tornan otra vez negras las paredes maltrechas, la muchedumbre de argamasa se arremolina en masa, amasadas en la negrura… sin inmutarse por nada.
Como la bruma, el polvo de la fémina figura deshecha brilla fantasmagóricamente como una helada cencella, colándose vagamente en el vacío de sus propias carencias.
Otra vez solo, dolorido, el hombre sus heridas cicatriza, el corazón acoraza, y remienda su alma que con el tiempo cristaliza…

Llega definitivamente la luna a su ocaso, y con él tal olvido, que parece que nada ha ocurrido.

"VIAJEROS INSÓLITOS PROCEDENTES DE UN LUGAR INHÓSPITO"


Pastel sobre Papel
(Encarnaciones)









Descripción: Gentes que vagan desconociendo de dónde vienen y menos aún a dónde van, son anónimos entes de la tierra que se cubren el cuerpo y el rostro con telas, ocultando también las cicatrices acumuladas por sus infinitos, y por tanto olvidados, lugares de procedencia. Una tierra violenta y desangelada erosionada por el viento, allanada hasta dejar un horizonte inalcanzable, desconcertante…  Pero no le desalienta al peregrino que la ventisca le zarandee como una brizna, que la arena le turbe la senda o que el desgaste convierta las laderas en praderas yermas;  continúa caminando, con su única esperanza, la incertidumbre venidera.

01x01 "PRÓLOGO" (Monólogo Interior)



Descripción: Breve programa inaugural de la sección de radio de "TABULA RASA" a modo de auto-reflexión sobre la historia y vida humana y el cuestionamiento de los prejuicios o creencias más arraigados del ser humano que "nos encadenan". También es un pequeño acercamiento genérico a la dinámica filosófica de los programas consecutivos a éste.

"GÉNESIS, EL PECADO ORIGINAL"

Guion de Radio 01x02 - Escuchar programa aquí
(Historia Trascendente)


En lo profundo de una caverna, en las entrañas de la tierra, la noche es casi totalmente negra. Fuera, la luna llena insinúa siluetas antropomorfas; un grupo de homínidos aglomerados luchan por sobrevivir a la mañana durante la fría noche que zumba desde fuera. Animales, sin conciencia, duermen plácidamente pase a las inclemencias, con su única razón de ser, la vida.

Otra figura, alejada del resto, no comparte este precario descanso; sus pensamientos no le permiten conciliar el sueño. De cuclillas, frente a un montón de hojarasca seca, dos cantos de piedra entre las manos y una mirada profunda clavada en ellas, transmite una inteligencia que todavía el mundo no conocía.
Se trata de Prometeo que, aunque no es el líder de su clan, posee en su primitivo cráneo la clave para la evolución de su especie. Inmóvil, en silencio, pensativo, como una estatua permanece inerte.

Un zumbido vuelve a asomar por la caverna, recordándole su cometido… reavivar la visión que tuvo su anterior noche en vela.
Agarra los dos cantos de piedra, con soltura dubitativa, y los golpea enérgicamente.

Un eco recorre la caverna… No ocurre nada…


Mira, observa las oquedades oscuras de la cueva, observa a sus congéneres; mantienen su sueño… no pueden permitirse perder tiempo en algo ajeno a mantenerse con vida… El mañana nunca se esperaba, y si llegaba, era para sobrevivir a la noche…

Prometeo retoma su propósito, se concentra, se concentra tanto que el sonido del viento parece cesar. Vuelve a sostener las piedras, como si predijera el resultado. Las golpea, con la misma fuerza que antes que hace retumbar de la misma forma las cavidades de la caverna, pero esta vez, se aúna el milagro…

Una chispa se desliza de los cantos rodados, y se mece tímidamente sobre la yesca seca. De ésta germina ,como si de una semilla se tratara, una pequeña ascua que brota, que cada vez va creciendo con más ímpetu, ramas que emergen, que crecen tan rápido que se parten y quedan suspendidas efímeramente en el aire, que se extienden con rabia… alcanzando finalmente el estatus de vigorosa flama.

Fuego, había nacido el fuego.

La noche se tornó luminosa, se dibujaron sombras en la caverna, deformadas por las rugosidades de la piedra. Los miembros de la cueva interrumpieron temerosos su letargo, había un extraño en la caverna. Un extraño que convertía la sala en un cuadro claro-oscuro, luces y sombras que se acentuaban en las paredes de roca y en la expresión recelosa de los primitivos habitantes que permanecían inquietos a la vez que expectantes.
La llama, junto a Prometeo, se contonea en el centro del ágora cavernaria, impasible a las miradas ajenas, baila con aire de superioridad burlesca, con una indiferencia hipnótica que imposibilita despegar la vista de ese enigmático ser, soberbio y tímido a la vez.

Poco a poco los anfitriones sorprendidos, superando el miedo a lo desconocido, se acercaron a ese invitado inesperado que les eclipsaba por su insólito encanto… nunca antes habían divisado un ser con semejantes caracteres…Producía claridad en medio de las tinieblas y calentaba la tersa piel como el Sol de la mañana.

Se agolpaban en torno a la lumbre, absortos, sin desprender la mirada, sin contrastar siquiera reacciones con los demás miembros ante tal evento… solo había ojos para ese caprichoso huésped.

El cerco se iba asentando, y cuando los iniciados feligreses de aquel magnífico ente se acostumbraron a su presencia, las miradas fueron dirigiéndose hacia mesías que trajo consigo al adulado ídolo.

Prometeo, que nunca tuvo relevancia en su clan tenía ahora la atención de todos, y todos reclamaban su testimonio.

Fue la noche anterior, la noche que pasó en vela; desde fuera el cielo rugía… rugía como mil fieras furiosas… Sus allegados dormían, pero él no podía resistirse a la curiosidad, palpitaban desde fuera como un reclamo fugaces destellos que precedían a los estruendos. Salió, salió de la cueva quedándose en los márgenes de la entrada, en mitad de la montaña. El viento, que soplaba con una intensidad que inspiraría al propio Tifón, invitaba a resguardarse. No obstante, la voluntad de un hombre es más poderosa que el viento de un titán. Prometeo comenzó a ascender pendiente arriba por la roca desnuda, hasta llegar casi a la cumbre, dónde los árboles ya no tenían fuerza para crecer… solo había una zarza seca, pelada y solitaria a pocos pasos de la cima.

Se detuvo.


Una tregua se produjo en el firmamento, una calma extraña que desentonaba en la tormenta, como una pausa para vociferar aún con más fuerza.
Entonces volvió el cielo a bramar, un rayo dividió el cielo y cayendo justo en la cúspide del montículo, resquebrajó la ladera, haciendo rodar inmensos guijarros colina abajo, guijarros que caían amenazantes crepitando chiribitas por las duras colisiones al empujarse unos con otros y los otros con la roca que no había sido ferozmente exiliada de la cornisa.
Por prodigio sobrenatural, las pesadas piedras no aplastaron la endeble carne ni los frágiles huesos de Prometeo, quedándose inmóvil, sin necesidad de sortearse la vida y la muerte. La dramática exhibición de las fuerzas elementales dejaron expectante a nuestro anónimo protagonista, que como único cómplice tenía al apartado arbusto. Un arbusto que sorprendentemente pasó por la misma suerte.

Pero una de las rocas rezagadas, de las últimas en rodar por las faldas de la montaña, chocó contra el suelo lanzando saetas luminosas sobre las escasas ramas de la planta, vistiendo a la mustia mata con hojas de ascuas. Una fugaz visión que se consumió rápido, pero que fue suficiente para atormentar la mente de Prometeo.

Tras eso, escampó, no volvió a tronar aquella noche, amainó con una serenidad que contrastaba con lo acontecido, como si mil años de quietud hubiese habido.
Prometeo, ya podía descansar.

***

Continuaban todos en la caverna, alrededor de la hoguera pasaba el tiempo sin que pasara. Todos obnubilados por la efigie. De poco en poco y después de en poco en mucho, traían madera del valle para honrar a su deidad, para que no les dejara solos, no podían permitir que se marchara algo tan bueno, tan magnífico, lo obsequiaban con las ofrendas de leña para mantener vivo el cauce del mundo de aquel divino ser con el de sus devotos practicantes. No querían que tan rápido viniera, se fuera.


Pasaban los días, y muchas eran las ocasiones en las que el clan no se llevaba a la boca alimentos con tal de no arriesgar la existencia del fuego. Pasaron a vivir por y para él; siempre habían superado las adversidades en su ausencia, pero ahora eran incapaces de comprender su día a día sin la lumbre que les resguardara, vivían como si nunca hubiese existido vida sin él. Su encanto les había narcotizado.

Cada alba más famélicos, alimentaba el fuego su expectación y admiración pero no llenaba sus estómagos. Demacrados, parecía que la llama les devoraba el alma, que les absorbía su vitalidad por ser tan ciega su devoción… pero no podía ser, algo tan maravilloso y bello no podía estar consumiendo sus cuerpos. Debían ser ellos los que fallaban…
Prometeo, viendo la situación  que sufrían sus miembros, ejerció su papel de mesías predicando el viaje de su clan al valle. Ya no tenían porque habitar la cueva, el fuego les resguardaría del frío de la noche y de las fieras del bosque, el fuego les salvaría.
Se apresuraron entonces a descender el monte, portando la llama que les guiaba hacia su nuevo hogar, al lugar donde cambiarían sus vidas.

Descendieron.

Descendieron y llegando ya al punto más bajo de la depresión, donde la espesura del bosque era más abundante, dónde una vez ya hace mucho tiempo nacieron sus ancestros, allí depositaron el fuego. Allende, árboles y alimentos eran abundantes y no tenían que preocuparse de sustentar a la flama, ya que era libre de tomar por si misma los frutos que la tierra le daba.
Y así fue; la llama fue propagándose a sus anchas poco a poco, posándose sobre las hojas secas del lecho, creciendo saludablemente para alegría de sus portadores que veían cómo se mostraba un ser aún más imponente y majestuoso que el que nació en la oscuridad de la caverna.
Todos en aquelarre danzaban y tocaban tambores enajenados, su dios se hacía fuerte y parecía crecer al compás de su baile. Un baile frenético, desbocado hasta el punto que se habían olvidado del fuego.   
Mientras tanto la llama seguía extendiéndose, ardían ya los matorrales más llanos, con tal intensidad que consumía a las matas sin discriminar los tallos secos de los frescos.
Pero continuaban todos ajenos a los sucesos.
Ya las llamas se encaramaban con zarpas largas por la base de los árboles, subiendo por el tronco ávidamente y posándose por las copas victoriosas.
Se sosegaron entonces los bailes y festejos ante tales acontecimientos, estaban viendo desconcertados la cara desconocida de su apreciado fuego.

Ya no calentaba las llamas, sino quemaban, consumían con codicia desorbitada todo a su paso, a pasos agigantados iban cubriendo todo el bosque, cómo si no hubiera nada que pudiera saciar su hambre engullían las arboledas y todo lo que se les interpusiera.
Los seguidores de la lumbre ahora huían por todos lares en dirección opuesta a las llamas que les rodeaban, llamas hambrientas que arrasaban lo que sus fauces tragaban.

Prometeo igual que el resto huyó.

***


Grises y negros habían sustituido al verde y al ocre del bosque, ya no sonaban las hojas cuándo el viento soplaba, los árboles eran raquíticos postes oscuros en un valle silencioso, sin vida…
Prometeo vaga solo, desamparado, carga con el elevado peso de la culpabilidad. Ya no hay fuego a los alrededores, solo el rastro de las inclemencias a su paso…
Anda cabizbajo, pero sin dejar de observar el paisaje con pesadumbre, como si fuera demasiado grande la responsabilidad que caía sobre su acto. Y abatido camina sin rumbo, paria de su clan y de la mismísima tierra a la que había traicionado.
Pese a ello, Gea como buena madre no le devolvería el golpe a Prometeo, la madre naturaleza siempre perdona las heridas de sus hijos, pero sus hermanos no serían tan benevolentes... motivo por el cual deambulaba en dirección contraria a la cueva, su remordimiento era un lastre insoportable, pero nada era suficientemente grave para merecer el pago con la muerte, el impulso de la vida siempre se interponía.

Oye un murmullo lejano, serían sus semejantes que bajaban del monte, lo que hace que instintivamente se esconda tras una roca. Él no sabía la intención que les promovía.
Ya se acercaron lo suficiente para ser distinguibles; portaban lanzas y mazos como una partida de caza, pero llevaban también pinturas en su piel, pinturas de guerra que advertían que lo que en realidad acechaban era a un hombre.
Prometeo se mantuvo quieto, esperando pasar inadvertido pues él era la presa que buscaban.

Silencio…

Entonces un batidor grita delatando su posición, Prometeo surge de su escondrijo incitando a todos a iniciar la persecución.

Corre, corre para salvar su vida, tras la vida no hay nada, no hay remontada, vivir o morir, ganar o perder para siempre.

Una lanza atraviesa el pecho de Prometeo, su cuerpo muerto cae tendido al suelo.

***


Creyeron que matando al pecador sucumbiría con él el pecado, creyeron que con su muerte se olvidaría para siempre el fuego de Prometeo… no podían estar más equivocados… Desde aquel día el animal se convirtió en hombre, y el hombre aún habiéndose extinguido el fuego, seguiría viviendo en sus corazones, la codicia, el ansia, el desenfreno que caracterizó a su dios muerto. Estaría destinada a pecar para siempre de la misma forma toda la raza de la humanidad.

 Desde aquel día, el hombre nunca más salió de su cueva y se exilió para siempre de la tierra.