"EL PERRO Y LOS LOBOS"

Guion de Radio 02x03 - Escuchar programa aquí
(Historia Trascendente)


Un perro corre, que corre rápido; no corre tras un palo ni detrás de sus amos. Corre delante, sus amos lo persiguen; portan palos, pero no están jugando. Van tras él; quieren capturarlo, apalearlo y matarlo.
El perro, que por primera vez ha mordido la mano de un humano, ha sido juzgado inminentemente como un sicario. Por eso corre ahora el perro; corre por las calles, y por el jaleo son alertados los vecinos que sin saberlo, saben que ese perro es de mal agüero y por ello merece para todo el pueblo estar muerto.
Y cuanto más se aleja el perro del centro del pueblo, más pobladores se convierten en captores y verdugos del perro, pero más se acerca  el perro a los márgenes de la villa, la única vía para escapar y salvar su pellejo. Corre y corre el perro, hasta que por fin cruza la cerca que separa la aldea de los bosques que la rodean.
Ya está fuera el perro de los territorios del hombre, y para el hombre el perro como si ya no existiera.

***

Viendo el perro que han desistido los hostigadores en intentar atraparlo, aminora su paso, jadea a salvo… pero no del todo; está ahora fuera de los dominios del hombre, en donde el hombre siempre había hablado de lo salvaje, del desorden, de fieras y horrores, donde no hay que ir, en donde anidan los miedos nacidos de su propia inconsciencia, de la que se han engendrado leyendas y medias verdades. Por eso el pobre perro, salvado del hombre, ahora aguarda en el bosque a las quimeras que le había inculcado el mismo hombre.
Y con pesadumbre camina, viendo lentamente como le engulle el bosque, hasta que el claro de la aldea deja de verse; se aleja como la luz del final del túnel, entre árboles. Ahora el perro se tumba en el lecho; sabe que es un extraño en aquel sitio inhóspito, ni ha sido invitado ni es bienvenido para los anfitriones que aún no se dejan ver. Pero tiene que descansar y reflexionar sobre lo acontecido, mientras se lame las heridas, sabiendo que, así expuesto, es un foco de atención para todas las criaturas de aquel oscuro bosque, aunque igualmente sin pudores dejaba rodar por sus perrunos ojos lágrimas redondas de perro.

***

El can se da cuenta entonces que los pájaros cantaban, porque justo ahora han dejado de hacerlo; no se oye el viento, el aire está quieto, sólo hay silencio…
Alza la mirada y observa los alrededores inquieto pero sin miedo, que aunque los ojos vidriosos no tiene el rabo entre las piernas… No ve nada, y con el viento a favor, tampoco lo huele, pero siente la presencia de los anfitriones que se acercan, tanto que el perro se levanta para recibirles.
Y del verde oscuro de lo más profundo del bosque, surgen tres sombras grises negras con un par de luceros amarillentos cada una de ellas, que se aproximan al can con gélida indiferencia, con la sapiencia de que en su disposición está alcanzarlo… y con misma premisa rodean al can con parsimonia violenta hasta que por fin, saliendo de la maleza, descubren su identidad auténtica.
Son tres lobos.
A los lados surgen primero dos lobos; uno viejo, a la izquierda, y otro joven, a la derecha, ambos con la cabeza gacha, uno por el cansancio de haber soportado tantos años el peso de la vida y el otro por no estar aún acostumbrado a cargarla.
Y después, el tercero, en el centro, de aspecto más recio y con el rostro bien alto. Un lobo de mediana edad, sano y vigoroso, con pellejo grueso y bien espeso de pelaje entre gris y negro. Y sus ojos de amarillo cítrico de pupilas diminutas… Ojos de depredador, de asesino, ojos de carnicero que dentelleaban con la mirada, y quién los miraba, miraba en ellos a la parca.

Y a partir de aquí, la historia deja de ser contada y empieza a ser dicha por lo animales que comienzan a hablar.

LOBO VIEJO: ¿Qué hace en los dominios del lobo un perro?

LOBO JOVEN: Se arrepentirá de haber venido aquí, de eso estoy seguro…

LOBO VIEJO: Aventurándose solo en el bosque... no se había visto desde que el primer lobo se volvió perro.

LOBO JOVEN: Matémosle, nunca será uno de los nuestros.

LOBO VIEJO: Ni nunca lo ha sido.

EL LOBO: ¿Qué tiene que decir quién ha visto pasar ya sus mejores años y quien su única ventura en la vida es la muerte? o quien no sabe lo que vale la vida porque no ha vivido lo suficiente para  entender lo que supone perderla ¿acaso sois vosotros quienes debéis juzgar quién vive y quién muere?
La pregunta no es qué hace el perro aquí, sino por qué ya no está allí.
Sé que sabes que podríamos matarte aquí y ahora, pero los muertos no hablan y yo quiero oír tu testimonio… y seguro que tú quieres contarlo aún creyendo que estás entre enemigos. Dinos perro, qué te ha hecho huir de dónde vienes.

PERRO: He mordido la mano de un hombre, y por ello querían matarme.

EL LOBO: ¿Muerde el perro la mano que le da de comer?

PERRO: Y la que le golpea aún siendo fiel.

EL LOBO: Qué lástima, que a quien muerde una vez se le persiga más que a quienes mordieron siempre… que se odie más a quien fue fiel que a los que nunca lo fueron… que una única equivocación del siervo borre de la mente de su dueño todos los aciertos. ¿No crees que es cierto perro?

PERRO: Sé… que mi vida depende de que hable, y para un perro eso es igual a sincerarse, pero… aunque confundido y dolido por lo sucedido, debo reconocer que ahora mismo entre lobos me siento más seguro que junto a los hombres, a pesar de lo que he oído contar de vosotros.

EL LOBO: No temas perro, que no exijo justificación por morder al hombre; el lobo sabe del hombre igual o más que el hombre sabe del lobo, y junto al hombre el perro que siempre acompaña para nosotros no es misterio. Pero el perro… parece ser que ha descubierto que sabe tanto del hombre como del lobo… pero cuéntame perro, qué es lo que cuentan hoy en día los hombres de los lobos.

PERRO: Hablan… de animales que son todo fauces y ojos en sangre, de seres sin escrúpulos que muerden a todo lo que se mueve y matan a quien pueden… y he oído hablar de lobos como si fueran diablos, y que un hombre llame a otro “lobo” es incluso peor que llamarlo bastardo…

EL LOBO: ¿Y tú les crees?

PERRO: Ya no lo sé, esta mañana he visto en el hombre los lobos que siempre habían descrito…

EL LOBO: Te creo perro, te creo porque no nos has contado nada nuevo… pero, sobre todo, te creo porque veo en tus ojos que eres sincero… Y la confesión que voy a hacerte, aunque sea obvia, es para que tú también puedas creerme.

Somos asesinos, perro.

Cuando las ovejas nos ven venir a lo lejos suenan los cencerros porque saben que cuando nos vayamos en el rebaño habrá tres o cuatro ovejas menos. Y no nos avergüenza perro, todo el mundo sabe, porque nosotros hemos hecho saber, cuál es nuestra actuación sobre el tablero. Sabe la gallina, sabe el becerro, sabe el cerdo, sabe el caballo, sabe el asno e incluso sabe el zorro y sabe el perro que el lobo es lo que siempre ha hecho...  Somos depredadores, y nuestras presas nos temen porque nos conocen, y ese conocimiento les hace libre perro… les hace libres de salvar la vida cuando el lobo se les arrima… porque lobo no habla con cordero, sólo mata…

Pero el hombre…

El hombre que dice cuidar de sus ovejas, que ceba en los prados y resguarda de las tormentas hasta que llega el día que se le hace necesaria su beneficencia, justificada porque dice que la vida de esos corderos es de su pertenencia. Aparta del rebaño a uno solo, y mientras una mano acaricia el lomo, la otra degüella el cuello, escurriéndosele al cordero la vida a borbotones sin saber que ya la ha perdido… Así de frío, así de sibilino mata el hombre que se proclama oveja siendo, cuanto menos, lobo… ambos somos asesinos, pero no igual de mezquinos… bajo tu criterio cabe juzgar quién tiene valores más ínfimos…

PERRO: Entiendo… Entonces, ¿es justo comparar al hombre con el lobo?

EL LOBO: Es curioso perro,  compararlo puede ser acertado y equívoco a la vez, pues el hombre no es sólo lobo… a veces también es zorro, a veces burro, a veces cerdo y otras tantas cordero… y también perro… El hombre se llama a sí mismo animal cuando actúa en su forma más nociva, y se compara a los estigmas y defectos de cada uno de ellos. Así pues, el hombre, sin quererlo, es a la vez todos los animales sin serlo…
Pero, por otra parte, son los defectos inventos del hombre los que hacen que la comparación de todos los animales con él sea injusta, pues es la mentira, la codicia, la envidia, el odio, entre otras tantas, taras exclusivas del hombre, y las que carcomen sus corazones… No verás en el reino animal tales aberraciones.

Ya conoces la visión que tenemos de los hombres que hoy querían matarte, los lobos que hoy te perdonan y te dejan vivir.

Ahora perro sigue tu camino…

PERRO: No habéis hecho más que decirme todo este tiempo que soy un perro, y ya no lo soy, ya no soy siervo de los hombres que me dieron ese nombre, he dejado de ser perro…

EL LOBO: ¿Crees acaso que eres perro desde que los hombres empezaron a llamártelo? No perro, empezaste a serlo cuando comenzaste a imitar al hombre, a ladrar como ellos ladran, a creerte sus palabras; a creer que eran lo que decían ser y lo que te llamaban. Aquí, fuera del mundo de los hombres, las palabras no significan nada: son sólo alientos que se lleva el viento. Aquí, son los actos los que definen quién es quién... y aunque el hombre siga llamándote perro, eres o serás siempre lo que has hecho.
Y a los ojos de los hombres seguramente siempre serás un perro… pero que eso no te desaliente, que le has demostrado al lobo, escapando del hombre y hablando con nosotros, que hoy eres menos perro que ayer… y si mañana no vuelves junto al hombre, ya no serás nadie. Y pasado mañana, si eliges bien tu destino, tendrás una vida entera para cambiar y demostrar, a los ojos del lobo, quién eres en realidad…

Adiós perro…